Observaba por el pequeño resquicio de la gran puerta blanca,
como aquellas dos personas se daban el último adiós. Entré en la habitación
para cambiar el gotero. Se miraban pero no decían nada, ¿qué sentirían?
Tristeza fue la primera palabra que me invadió la mente. Bien es cierto que
aquel hombre estaba entrado en años, pero su mujer no parecía estar preparada
para dejar atrás tantos años de matrimonio. La mujer le sonreía mientras le
agarraba la mano, ¿estarían esperando a que me fuese para hablar? De pronto el
señor torció el gesto. Instantáneamente su mujer le colocó la almohada, le
ajustó la sábana y regresó a la calidez que parecía proporcionarle la mano de
su marido.
-Cariño, ¿me pasas un vaso de agua?
Fueron las palabras necesarias para romper el silencio sepulcral
que había en la habitación, y para que la mujer de pequeña estatura y movilidad
reducida, se levantase ágilmente en busca de lo demandado. Comencé a cambiar el
resto de vías sin perder ojo a la escena tan mágica que estaba sucediendo allí.
En una de mis miradas furtivas, percibí como caía una lágrima por el ojo de la
mujer. Antes de poder ofrecerle un pañuelo, su marido la estaba recogiendo mientras
la sonreía. Se podía palpar el amor, respeto y admiración que sentían el uno
por el otro, ¿es esto lo denominado amor verdadero? Pues si es así, no conozco
persona que no anhele tal sentimiento. La mujer cesó las lágrimas ante mi gran
estupor. Lo último que se veía en la habitación era la tristeza, más bien,
reinaba la paz, ¿irónico verdad? Las constantes se reducían lentamente al son
de una canción imaginaria que marcaba el fin.
Le hizo un gesto para que acercase la cara a la cama. Puso
la mano sobre su mejilla y ambos se inclinaron para besarse. Fue un beso corto,
pero realmente, parecía que el tiempo se hubiese parado para concederles ese
último deseo. Se separaron lentamente con semblante de complicidad y alegría.
Con la mano aún en la mejilla de su esposa, habló:
-No te preocupes, no es el último, pronto te daré otro. Ni
te darás cuenta de mi ausencia.
Y con sus manos entrelazadas, el corazón cesó su latido;
llevándose a aquel hombre que dejaba su alma a la espera de reencontrarse con
la de su mujer.
Porque nunca sabemos cuándo será el último, así que hazlo como si no hubiese un mañana.
https://www.youtube.com/watch?v=J7YEPw1W3Eg
Twitter: @inefaable03
Porque nunca sabemos cuándo será el último, así que hazlo como si no hubiese un mañana.
https://www.youtube.com/watch?v=J7YEPw1W3Eg
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Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¡Hola! Es hermoso y triste a la vez pero la pura realidad :( Siempre nos andamos quejando por todo y no nos damos cuenta de que lo verdaderamente importante lo estamos dejando pasar. Me ha encantado el fragmento!
ResponderEliminar¡Un saludo!
Muchísimas gracias Desirée :)
EliminarUn saludo!
Hola!
ResponderEliminarLo peor es obligarse a escribir...sale cada cosa!!aunque de vez en cuando merece la pena, para releerlo y saber lo que no hay que hacer :P
El microrrelato es tan bonito, pero a su vez taaaaaaaaan triste...
Un saludo :D!
yeswecanreadtogether.blogspot.com
Totalmente de acuerdo, aunque luego al menos te ríes jajaja.
EliminarUn saludo y gracias :)
Muy bonito :)
ResponderEliminarMuchas gracias :)
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