Confiar lleva su tiempo

Eso que muchos creen tener y a pocos se la otorgas.

 

Con el tiempo te has ido dando cuenta de que realmente confiar en alguien  es entregarle un gran poder. Demostrarle tus debilidades y las armas necesarias para hundirte sabiendo que no lo va a hacer. Saber que jamás te hará daño intencionadamente y que siempre podrás contar con esa persona. ¿Sabéis ese sentimiento que se produce cuando le estás contando algo importante a tu confidente y realmente ves en su cara que está haciendo todo lo posible por ayudarte? Confías tan ciegamente en esa persona que incluso en ocasiones no dejas ni que tu propio instinto te guíe. Es esa mano que te acompaña durante el camino y que, aunque parezca que te ha soltado, siempre está preparada para cogerte.

 

Hoy en día confiamos en poca gente, al menos es mi situación, porque ese gran poder que hemos dado se ha vuelto en nuestra contra numerosas veces. Nos cerramos en banda y cada vez es más difícil encontrar nuestro interior. Por eso, aquellos que son capaces de indagar y ser persistentes acaban encontrando un mundo totalmente inhóspito. Se dan cuenta de que estás “herido”, y que a la mínima que den un paso en falso tu retrocederás otros treinta. Puedo afirmar que solo confío en una persona plenamente y me ha costado demasiado tiempo abrirme cien por cien. Le he entregado todo y podría hacer lo que quisiese con ello. Y es que yo soy de las que piensa que no hay nada más íntimo que un pensamiento. Porque una persona no es su cuerpo, sino esa máquina interna que le hace actuar de cierta forma y ser único. Por desgracia la confianza es algo que damos muy lentamente y desaparece con gran facilidad. Pero hay algo de lo que me he dado cuenta y quería saber si alguien más pensaba como yo. Cuando alguien te falla te sientes dolido, como es lógico, y la mayoría de las veces esa confianza y complicidad que teníais desparece. Y aquí es donde yo pienso que si confías ciegamente en alguien, por mucho que te falle alguna vez, esa confianza se recupera y es como si nada hubiese pasado. Después de todo, somos humanos y erramos, así que creo que si alguien se arrepiente de sus actos no debería estar pagando por ellos eternamente.

 

Si sois como yo y estáis envueltos en unos muros infranqueables compuestos por pinchos, dad las gracias a todas esas personas que se han molestado en ser muy pero que muy persistentes y finalmente han conseguido saltar.

 

Y vosotros, ¿sois de los que volvéis a confiar o simplemente no podéis?

 

PD: Siento mucho haber estado desaparecida, pero entre exámenes y estar mala ha sido imposible. Creo que a partir de ahora podré mantener el ritmo de una entrada semana, muchas gracias por seguir ahí J