El mundo desde otra perspectiva

Pequeños seres incomprendidos en un mundo creado por gigantes. Cada persona percibe el mundo de forma diferente y son pocos los que saben lo que es hacerlo desde un metro cincuenta.

Toda la vida le han dicho a mi madre que no entraba en los percentiles correspondientes a mi edad. Siento decirte que por mucho Petit-Suisse, leche y estirarme como un palo, no crezco. Las personas de baja estatura nos encontramos con un sinfín de situaciones complicadas que forman parte de nuestro día a día, y aquí vamos a mencionar algunas.

Olvídate de ver algo si se produce una aglomeración de gente y forman un corro, es decir concierto = pesadilla. Te sientes como una pequeña salchicha aplastada por grandes panes que te rodean. Los hoteles y su poca generosidad al dejar la ducha colgada. Si eres un maniático como yo y necesitas cogerla, te dedicarás a dar saltitos en la bañera intentando alcanzarla. (Consejo: nunca tires de la manguera que une la alcachofa al grifo si no quieres que caiga estrepitosamente contra tu cabeza, comprobado). Los pantalones que ahora denominan tobilleros para ti serán simplemente largos y darás las gracias si no tienes que meter el bajo. Pero sin duda mi peor pesadilla es el metro. Gente apelotonada empujándose unos a otros mientras que los que han conseguido sitio te miran con cara de suficiencia. Y es que, si tú eres alto, no seas capullo y agárrate de la barra de arriba y déjame a mí la vertical, porque a pesar de que lo intentaré no llegaré a la otra y si lo acabo consiguiendo, pareceré un mono colgado. Una vez, en esta misma situación, vi que me iba a caer por cuarta vez encima de la gente y decidí agarrarme al brazo de uno que estaba sujeto  a la  barra vertical. Al ver su cara extrañada le expliqué mi situación y no os creáis que me miró mal, puso una cara tierna y me sonrió. ¿Quizás debería haber asientos para los bajitos también no? O barras especiales jajaja. Y por supuesto para acabar hablaremos del momento clave, el saludar a alguien alto. Tú te pones de puntillas en un intento patético de llegar a su mejilla mientras el otro dobla el cuello de manera sobrenatural.

A pesar de todo esto, no cambiaría  mi metro cincuenta y seis (cuando mides poco cada centímetro cuenta jajaja) por nada. Adoro ponerme tacones y sentirme alta, aunque no crezca más que dos centímetros. Convertirme en una pequeña bola y caber por huecos diminutos. Y sin duda lo mejor de todo, que alguien te abrace y que te rodee por completo. No cambiaría esa sensación por nada, porque realmente te sientes protegido.

Así que si te has acordado de alguien al leer esto, o simplemente te has sentido identificado, compártelo. Espero haberte sacado una sonrisa J

¡Orgullosa de ser un minion!